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Reflexión sobre la incertidumbre

  • Foto del escritor: Patricio Perez Mainero
    Patricio Perez Mainero
  • 19 ene 2018
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 21 ene 2018

"De noche, o a la hora de la siesta, llamaba a la hamaca a una de sus mujeres y obtenía de ella una satisfacción rudimentaria, y luego dormía con un sueño de piedra que no era perturbado por el más ligero indicio de preocupación. Sólo él sabía entonces que su aturdido corazón estaba condenado para siempre a la incertidumbre" Gabriel García Márquez, Cien Años de Soledad

Imaginate estar parado en la nada. Literalmente estar de pie en el vacío. Apenas caes en la cuenta de esto, tu reacción es como si te hubieses estado ahogando dormido y lográs salir a tomar aire. Te agitás, tu respiración y tu pulso se aceleran, te desesperás. Volvés a tomar control de vos mismo, y tenés la ilusión de que es una pesadilla, pero algo te dice que no lo es. Y claro, como va a serla si vos nunca soñás dormido, y las pocas veces que lo haces no estás tan lúcido.

Tratás de descubrir donde estas, tratando de ser lo más racional posible. No estás cayendo, por lo tanto no hay gravedad. ¿O si la hay? Porque si no la hubiese, tendrías que estar en el espacio, pero vos respirás perfectamente. Es más, las bocanadas de aire que de cuando te diste cuenta que estabas allí fueron las más puras que hayas dado; una compensación por la situación que estás viviendo.

Ese lugar ya se aleja diametralmente de lo que conoces, pero no puede funcionar así. Seguís aferrándote a la lógica para ver, aunque sea, como funciona ese lugar donde estas. Sabés que estas parado, o al menos estás bastante seguro de eso. ¿Dónde estás parado? Abajo tuyo no se ve nada, pero sentís que estas apoyado en algo sólido pero frágil. “Vidrio” pensás, porque no podes asimilar tantas cosas nuevas que estás sintiendo, y es más fácil relacionarlo con lo que ya conoces.

Levantás el pié derecho, a ver si podés dimensionar bien el soporte que te tiene pero no ves, y de a momentos siquiera percibís. Al levantar el pié, te das cuenta que el suelo donde estas se elevó a la altura del mismo. No entendiendo como es eso posible, hacés presión para bajarlo, esperando que se rompa a ver si eso permite que se vea algo, pero tu plan falla porque el piso tan frágil que viste se fue para abajo, siguiendo a tu pie.

Y es ahí donde abandonás la poca coherencia que te quedaba, porque ese lugar donde estas no puede ser sino algo peor que el infierno. Estás ahí, y no es que no te podes mover, porque podrías hacerlo. No, es aún peor que si vieras tu plataforma y te dieras cuenta que es un tempano de hielo a la deriva, lejos de todo y sin escape posible. No sabés dónde estás y solo sabés que el suelo es frágil y no te va a aguantar eternamente.

Es aún peor que la desesperanza. Eso es la incertidumbre.

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A quien sea que lea esto, espero que tenga un lindo día.

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