El arquitecto inseguro

¡No sabe usted la tragedia que aconteció! Se acuerda de Juan, el joven este que estudiaba ingeniería con mi hijo Ignacio. Bueno, resulta que fue a vivir a un pueblo cerca de Pringles o Trenque Lauquen. Alguno de esos dos era, pero mi memoria viene cada vez peor. ¡Ay! Cada día estamos más viejas Mirta. No importa, lo que te estaba contando es que este chico se fue a un pueblo porque decía que en la ciudad no se podía vivir por el ruido y el smog (y eso que yo no lo veía como uno de esos “jipis” que no hacen nada más que fumar marihuana y quien sabe que otras cosas más, pero algo de eso debe tener para hacer ese planteo tan extraño). Entonces se va a vivir con el tío por parte de la madre y resulta que justo justo en el pueblo estaban buscando un arquitecto para hacer una remodelación en la municipalidad, y él para congraciarse con los que empezaban a ser sus vecinos se ofreció a la labor (ah, no te había contado que además de “jipi” no pudo terminar la carrera y se cambió). De cualquier forma, imaginate como estaba el pueblo: chochos con la joyita que les cayo de arriba. Le ofrecían todos mate. Le regalaban dulce casero. Lo invitaban a asados. Les presentaban a sus hijas, ¡y que incómodo debe haber sido esto para él que salió desviado! Encima en esos lugares no son tan de mente abierta para aceptar esas cosas como si nosotras por ejemplo que lo llegamos a querer igual al nene, aunque entre vos y yo no me gustaba mucho que se quede a dormir porque tenía algo de miedo de que a Ignacio le metiera ideas raras en la cabeza. Pero bueno, la cuestión es que empezó con armar los planos y todo el mundo le iba preguntando por como iba a quedar. Según me dijo Ignacio el tenía una idea media sobria pero que parecía linda, y buscaba que fuera medianamente barata porque en esos pueblos no tienen ni pala para enterrar a sus muertos poco más. La verdad que hay que estar medio loco para irse a vivir a un pueblo así, eh. El punto es que todos le preguntaban y le tiraban ideas, como que los cuartos fueran más bajos así uno se sentía más importante ahí dentro o que la entrada tuvieran columnas. Juan estaba medio extrañado que todos le tiraran ideas y como que no iban mucho con lo que tenía planeado, entonces no les dio mucha bola. Pero después, la gente a la que no le dio bola lo empezaron a tratar mal, y dejaron de invitarlo a asados y darle dulce casero, y entonces obvio que el chico se sintió horrible y decidió incorporar las sugerencias. Y entonces, todo lo que le pedían lo incorporaba para que nadie se enojara. Quedo siendo un collage divino el plano. Que escaleras de mármol; que techo de paja; que paredes de madera; que un jardín en el medio con un solo manzano y nada más… hasta incluyó un dragón de piedra en el techo que la cola daba vuelta por todo el edificio y terminaba arriba de la puerta porque se lo pidió un infante. Nacho me mostraba una foto del plano y se cagaba de risa, y la verdad que me siento un poco mala pero también me reí un poco porque era impresentable eso. El punto es que todos conformes menos Juan empezaron con la obra y la terminaron en un tiempo récord. Y cuando la iban a inaugurar te imaginas lo que pasó… El techo de paja no aguantó al dragón y colapsó, se rompió la estatua y salieron pedazos de piedra para todos lados que no se lastimo nadie de milagro, el manzano quedo hecho pedazos porque le cayo la cabeza del bicho, las maderas de las paredes se rompieron todas y la punta de la cola cayó justo atrás del intendente que estaba ahí dando un discurso, y me llego el rumor que del susto se fue para delante y se tropezó con las escaleras de mármol y se dio un bollo. No sé tomaron muy a bien todo esto. Juan se tuvo que venir corriendo de nuevo para acá, porque allá lo quieren matar. Viste como son los del interior, medio brutos y no pueden ni hablar las cosas. Igual el pendejo un boludo la verdad, hay que tener ganas de comer asado para hacer un dragón en un techo de paja, ¿no Mirta?