top of page

El buitre

  • Foto del escritor: Patricio Perez Mainero
    Patricio Perez Mainero
  • 4 ene 2018
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 21 ene 2018


“Al caer de espaldas sentí como una liberación; que en mi sangre, que colmaba todas las profundidades y que inundaba todas las riberas, el buitre irreparablemente se ahogaba.” Franz Kafka, Buitres.

Érase una vez cuando un buitre me confundió con carroña y se posó en mi pie para devorármelo. Al darse cuenta que vivía, y que colérico dirigía mis manos hacia su frágil cuerpo, con voz serena me advirtió: "Sepa usted y, no se olvide nunca, que yo me quedaré aquí cuanto tiempo deseé, y si usted trata de expulsarme se encontrará por respuesta su certera muerte de un picotazo a su delicado corazón". Viéndolo en retrospectiva, tal vez fue una mala jugada de mi mente puesto a que estos pájaros, por lo que sé, no hablan.


De cualquier forma, al escuchar esta amenaza me amedrenté y abandone mis instintivas intenciones. Después de todo, ¿cuánto mal podría hacer un insignificante pájaro posado en mi pie? La respuesta a eso llego como un picotazo tan fuerte e imprevisto que todas mis extremidades se retorcieron, dejando solo lugar al dolor y al sollozo. Tarde un tiempo en poder reincorporarme, puesto a que al segundo hallabame en el suelo sin poder controlar mi propia anatomía, pero cuando lo hice saqué el facón que colgaba en mi cinturón dispuesto a castigar a ese sádico irrespetuoso. Mas al encontrarse mi mirada con la suya, su amenaza resurgió como un contundente eco en mi cabeza y volví a enfundar mi arma. Me dispuse entonces a seguir con mi vida tolerando a la desalmada criatura, cuya presencia me molestaba y me dificultaba hasta el caminar.


El segundo picotazo tardó en llegar (fue por la noche en mi alcoba recién), pero el tercero fue inmediato a su predecesor. Creo que luego de una vida he aprendido dos cosas, que ese bicho asqueroso no tenía constancia sino que actuaba cuando así lo deseaba y que el ser humano se acostumbra al dolor, y se vuelve manso siervo de este y de quien lo esgrime. Podría haber aprendido más seguramente si no me hubiese obstaculizado llevar a cabo mis metas la criatura cuyas plumas reflejaban lo oscuro de la noche.


Sin embargo, a mis treinta lustros es cuando por fin, haciendo un balance de mi vida, me di cuenta que poco es lo que había vivido y la culpa residía en aquel buitre que cada día iba agrandando el agujero en mi pie. Me puso iracundo caer sobre lo patético e insignificante de mi destino, por lo que retorné a mi cólera de aquél primer día y volví a desenvainar mi elegante facón, ya lleno de óxido pero aún mío, y volví a cruzar miradas con esa abominación. Resonó como el primer día también la sentencia que había enunciado mi enemigo, pero ya poco tenía por perder y actué sin temor alguno. Su cabeza rodo por mi recamara, y con gran dificultad me agache a agarrarla para colgarla por trofeo en mi mesa de luz.


Al escribir esto soy consciente de que antes que se cure la herida que me hizo incansablemente ese engendro del demonio ya me habré ido. La amenaza que representa el tiempo es peor que la que el buitre, pues es tan enfermo este que te pica poco a poco, cual el buitre, pero no muestra sus fauces para darte la oportunidad de degollarlo. Ahora solo me queda esperar a que termine su trabajo.

Yorumlar


A quien sea que lea esto, espero que tenga un lindo día.

  • White Instagram Icon
bottom of page